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RENUNCIA VOLUNTARIA

De mi consideración: Por intermedio de la presente comunico a ustedes mi renuncia voluntaria a su civilización pacificadora, en conformidad al artículo 666 N° 6, del Código del Heaven and Hell y 669, del mismo cuerpo legal, la cual se hará efectiva a contar del día de hoy. No agradeciendo bajo ningún punto de vista el haberme permitido vivir en vuestro mundo tan hostil, les comunico que los motivos de mi renuncia son que me tienen hasta el pico que no tengo con su sociedad de consumo de bienes ilusorios, la televisión de farándula y sus educativos reality show de hueonas huecas y gritonas, los programas culturales en que la gente se dedica a comer, los filósofos robafrases de las redes sociales, los políticos corruptos y sus maniobras chupasangres de la teta del fisco, los milicos apostando el 10% en Monticello, los pacos de Dipreca, la lucha libre americana más falsa que amigo de facebook, los inventores de hóroscopos negros-blancos-verdes (alias astrólogos), las viejas pitas de...
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Puente

Cuando crucé por milésina vez el puente Pedro de Valdivia, me detuve un momento a contemplar el paisaje nublado y a meditar sobre el poco tiempo que me quedaba. Observé las riberas del río, el contraste entre el concurrido e histórico mercado fluvial y el solitario MAC, en la ribera contraria.            Una tradicional lancha de paseo se acercaba navegando en medio de las calmas y grisáceas aguas. Capturé algunas imágenes, temporalmente en la memoria del teléfono, para siempre en la retina y continué disfrutando de la melancólica vista invernal, tan familiar desde aquellos eternos cinco años. Miré hacia el lado, una mujer, de unos cincuenta años, también se deleitaba con la escena, absorta en la belleza policroma de Valdivia.      Como buena melómana, mi  banda sonora, Tres Libras y una avalancha de recuerdos en 3:39, en esos tiempos comenzábamos a derrotarnos. Me pregunté si las personas que encadenaron su "amor eterno" al p...

Ficciones urbanas

Cuando estuvo al tanto, imaginó que esta vida era una prolongación de sus amarguras y lamentó el descuido. El resultado: un ser macrocéfalo de huesos endebles y deformados, con enormes  ojos y oscura piel. Tras una infinidad de costalazos, este aborto fallido, a los diecisiete meses pudo poner sus arqueados huesos a andar, obtener la primera cicatriz de guerra,  sentir la inicial e inevitable quemadura y llorar sin consuelo por esa marcha atrás que lo hizo colisionar con un metro cuadrado de cactus. “Las espinas se aflojan con aceite de comer” le dijo, y aplicó con un algodón el tratamiento ancestral de las familias chilenas, para retirar las púas y que el ser macrocéfalo dejase de proferir sus agudos chillidos y agitar sus brazos como un pulpo. Creció, con el tiempo se fue volviendo agraciadito, eufemismo que utilizan las viejas cuando no quieren reconocer lo horripilante de sus retoños. Y elocuente, como el abuelo, que podía ocultar sus amoríos por medio de la brillant...

Andrómaca

407 ( La Ilíada) —¡Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiades del tierno infante ni de mí, infortunada, que pronto seré viuda; pues los aqueos te acometerán todos a una y acabarán contigo. Preferible sería que, al perderte, la tierra me tragara, porque si mueres no habrá consuelo para mí, sino pesares; que ya no tengo padre ni venerable madre. A mi padre matóle el divino Aquileo cuando tomó la populosa ciudad de los cilicios, Tebas, la de altas puertas: dio muerte a Etión, y sin despojarle, por el religioso temor que le entró en el ánimo, quemó el cadáver con las labradas armas y le erigió un túmulo, a cuyo alrededor plantaron álamos las ninfas Oréades, hijas de Zeus, que lleva la égida. Mis siete hermanos, que habitaban en el palacio, descendieron al Hades el mismo día; pues a todos los mató el divino Aquileo, el de los pies ligeros, entre los bueyes de tornátiles patas y las cándidas ovejas. A mi madre, que reinaba al pie del selvoso Placo, trájola aquél ...

Cambio de folio

A las puertas de los treinta años: he reído, he llorado (mucho), me he sacado la mierda por un futuro, me he vendido, me he comprado, he reptado por las paredes, por el pasto, por el cielo y el mar. He lascerado mi piel con las piedras rígidas de la vida, las rocas del silencio y los mares de desconsuelo. Con mis rodillas sangrantes me he puesto en pie, tratando de sobrevivir a las llagas de la vida; a la tentación de la muerte y a la perdición del amor. Así son los treinta años: de mucho, de todo, de poco, de taquicardia y ansiedad. Así son los treinta años, andados, recuperados, perdidos y desperdiciados como si fiueran un segundo fugaz en el tiempo. Pero la vida es siempre seguir, tratar, forzar un destino peculiar.

Septentrional

Norteando en la mente vuelvo a esos parajes cálidos de antaño, cuando el tiempo giraba en torno a la música ornamentada por las velas. La ventana abierta, las cortinas apuntando hacia el San Ramón, me indicaban lluvia, mientras las hojas de la buganvilia luchaban su sitial de perennidad. Los tejados acompañaban con su melodía desacompasada y el gato de todos los días atravesaba la pandereta, "en ese invierno oscuro, tan extraño". Extraño: os curo de vernos, ya no hay tiempo septentrional, ahora la tristeza austral, astral, magistral nos ha alejado de lo que fuimos.