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Mostrando las entradas de 2012

Cambio de folio

A las puertas de los treinta años: he reído, he llorado (mucho), me he sacado la mierda por un futuro, me he vendido, me he comprado, he reptado por las paredes, por el pasto, por el cielo y el mar. He lascerado mi piel con las piedras rígidas de la vida, las rocas del silencio y los mares de desconsuelo. Con mis rodillas sangrantes me he puesto en pie, tratando de sobrevivir a las llagas de la vida; a la tentación de la muerte y a la perdición del amor. Así son los treinta años: de mucho, de todo, de poco, de taquicardia y ansiedad. Así son los treinta años, andados, recuperados, perdidos y desperdiciados como si fiueran un segundo fugaz en el tiempo. Pero la vida es siempre seguir, tratar, forzar un destino peculiar.

Septentrional

Norteando en la mente vuelvo a esos parajes cálidos de antaño, cuando el tiempo giraba en torno a la música ornamentada por las velas. La ventana abierta, las cortinas apuntando hacia el San Ramón, me indicaban lluvia, mientras las hojas de la buganvilia luchaban su sitial de perennidad. Los tejados acompañaban con su melodía desacompasada y el gato de todos los días atravesaba la pandereta, "en ese invierno oscuro, tan extraño". Extraño: os curo de vernos, ya no hay tiempo septentrional, ahora la tristeza austral, astral, magistral nos ha alejado de lo que fuimos.