Sin lugar a dudas, la experiencia más cruda de la vida no ficcional es el paso del mundo feliz creado a la medida de los ojos de un niño a un mundo real como el que vivimos. Cayendo en la melomanía de que tiempos pasados fueron mejores, evoco muchos recuerdos, en los que no existía infanticidio, femicidio, pedofília ni otras conductas sombrías y escabrosas de la mente humana. No es pretender tapar el sol con un dedo, las cosas no dejan de existir porque nosotros no las vemos, pero mi mundo feliz sí carecía de todo tipo de parafilias, mi mundo alegre era mil veces al cuadrado más habitable: poseía vetas de lo humano, era solidario, consecuente y justo. El frío de las mañanas era más dulce, el calor de los veranos más sincero y los vientos de primavera más añorables de antaño que ahora. No olvidemos que nosotros éramos el futuro promisorio, resulta ser que aquí permanecimos, queriendo con ansias un vestigio del pasado, deseando un despojo de la felicidad obtenida por medio de una ilusión...
PLAGIANDO,CORTANDO Y PEGANDO LA COTIDIANEIDAD DE LA VIDA